VUELO OCEÁNICO DE LAS ARAÑAS

Algunas arañas aprovechan las fuerzas electrostática para elevarse en aire
Aveces llueven millones de arañas en Australia. En mayo del 2015, las tierras de las mesetas delSur se cubrieron de telarañas caídas del cielo. Grandes extensiones quedaron emblanquecidas y a sus habitantes les salió alguna cana de más. Con los hilos de seda viajaban, cual paracaidista, las pequeñas arañas, un ejército del aire que es la peor pesadilla de los aracnofóbicos. Este fenómeno masivo no es habitual, aunque ciertamente estos artrópodos sin alas pueden volar. El vuelo arácnido o ballooning es un modo de transporte que usan para recorrer grandes distancias y colonizar nuevos territorios. De su viaje traen souvenirs que, durante un tiempo, flotan en el aire. A contraluz, se ven los hilos bailar. Por su belleza, algunos los llaman los hilos de la virgen, otros por su repugnancia, los llaman las babas del diablo. 

Cuando en medio del océano nace una isla volcánica, los primeros artrópodos terrestres en colonizarla suelen ser las arañas. A esos lugares llegan gracias al impulso de los vientos. Pero ¿cómo alzan el vuelo? Hace tiempo que los investigadores consideran que en este curioso fenómeno intervienen dos mecanismos físicos: las fuerzas aerodinámicas del aire y las electrostáticas causadas por la atmósfera. En los últimos años, varios trabajos han clarificado sus papeles respectivos y, en concreto, han subrayado la contribución esencial de la electrostática.
Parece razonable pensar que las arañas diminutas, ya sean crías, machos o especies pequeñas, son las únicas que practican el ballooning. No obstante, se han observado hembras del género Stegodyphus de más de 100 miligramos y 14 milímetros en pleno vuelo. Por otra parte, también se han encontrado arañas surcando los cielos en días sin viento y a más de 4000 metros de altitud. En estas circunstancias, las corrientes termales no son explicación suficiente. Peter Gorham de la Universidad de Hawái propone que en el vuelo arácnido también intervienen fuerzas electrostáticas. Las telarañas contienen muchas moléculas que, con el roce tras abandonar las hileras, se cargan negativamente repelándose entre sí. Al mismo tiempo, la atmósfera se comporta como un campo vertical negativo que interactúa con los hilos y es suficientemente potente para transportar arañas de cierto tamaño. Esta teoría explicaría por qué aún con brisas suaves las arañas pueden alzar el vuelo. 

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